Historias de anticuarios en Barcelona

Los anticuarios en Barcelona experimentaron un auge a principios del siglo XX. En las inmediaciones de la catedral eran numerosas las tiendas relacionadas con las antigüedades, eran un mercado emergente donde no faltaba la oferta y la demanda. Con la llegada de la guerra civil y la nueva clase social que constituían los coleccionistas, los anticuarios de Barcelona experimentaron una época dorada que se extendió hasta JJOO.

En la actualidad todo apunta a un repunte en el sector, liderado por una generación de anticuarios más joven que apuesta por impulsar fuertemente las antiguedades en Barcelona. Esta nueva generación también se ha propuesto ofrecer un nuevo enfoque de la profesión del anticuario, en parte desconocida por el gran público. También es una profesión en la que se dan historias muy curiosas. En Antigüedades San Francisco, expertos anticuarios en Barcelona, explican algunos  ejemplos.

Anticuarios de Barcelona que toman el relevo

Después de la guerra civil, salieron a la luz numerosas piezas del barroco italiano y de maestros españoles como El Greco que estaban dormidas. Algunos anticuarios con importante tradición familiar a sus espaldas explican que es sorprendente lo que puede aparecer en un piso a la hora de hacer una tasación. Abundan especialmente las posibilidades de encontrar pintura catalana, pero también obras de maestros italianos antiguos. Incluso lo que queda en los pisos después de la retirada de muebles viejos en Barcelona, ha dado pie ha series de fotografías tomadas por fotógrafos profesionales. 

El caso de un coleccionista muy peculiar

En una ocasión, una persona extravió una escultura de Pablo Gargallo que solía colocar en la repisa de la chimenea, viéndola 40 años después sobre la repisa de la chimenea de la hija del artista.

Pero el caso que llamó poderosamente la atención fue el de un ingeniero que a lo largo de 30 años montó un museo sexual de autómatas en su desván, sin que su familia se percatara de nada. 

Tampoco  es infrecuente que se solicite a un anticuario hacer una tasación con una persona a punto de fallecer viviendo todavía en la casa. Afortunadamente, los anticuarios también tienen un código ético que no les permite dar todos los detalles. Una suerte para las personas implicadas, pero el material podría servir de argumento para una novela. 

Soñadora e idealista pero con los pies en el suelo y con una visión muy clara de la realidad. Quizás sea toda una paradoja en sí misma que traduce en una insana curiosidad por todo lo que la rodea.